Millones de personas dedicadas a diferentes industrias emprenden negocios todo el tiempo, sin la necesidad de constituirse como empresas, o personas morales. Es el caso de quienes arrendan bienes inmuebles, ejercen como consultores, o proporcionan servicios de forma independiente.
La mayoría de estos profesionales utiliza su cuenta personal para realizar sus transacciones personales y de negocio de manera indistinta. Es decir, no separan sus finanzas personales del negocio.
Se trata de un error común, pero no por ello menos riesgoso; ya que esta práctica puede derivar en un menor control del presupuesto, confusiones en materia fiscal y otros inconvenientes.
La solución más recomendable es mantener cuentas bancarias separadas. Idealmente las tarjetas tanto de débito como de crédito destinadas al negocio también deben ser exclusivas para este uso. De esta forma habrá un mayor control sobre las transacciones que corresponden al espacio empresarial.